Si hay un queso asturiano que se ha
vuelto conocido en los últimos años es el Afuega ‘ pitu , debido a su
personalidad, ha traspasado las fronteras del principado de Asturias para entrar
en las cocina y las mesas españolas.
Para conocer mejor esta joya
gastronómica empecemos por su nombre: su traducción del bable (lengua que se
habla en la Asturias rural) significa que se ahoga la garganta y se debe a que muchos de los elaboradores
este
queso se hacía con el excedente temporal de leche que se producía en esas
caserías; el ternero se vendía al poco de nacer para poder obtener recursos
económicos con los que hacer frente a las necesidades de compra de la casa y de
la explotación, la leche se consumía fresca, se hacía mantequilla o se convertía en
queso afuega’l pitu.
Dado que se trata normalmente de un queso de cuajada láctica, la grasa
tiende a quedar separada de la cuajada y por encima de ésta, y esa grasa era
retirada y se convertía en mantequilla que se bajaba semanalmente a los mercados
de las villas a vender, ya que no se conservaba fresca, y era uno de los
ingresos habituales de estas caserías.
Los quesos, en unas zonas (la más cercana
a los valles mineros de las cuencas del Caudal y el Nalón, al oriente de la
Sierra del Aramo) se dejaban secar en paños colgados y eran quesos de «trapu»;
mientras que en los valles al occidente de la Sierra del Aramo la cuajada se
debaja desuerar en moldes de barro, con forma de pequeños calderos o vasijas
troncocónicas, con muchos agujeros, que realizan los alfareros de Miranda,
Llamas del Mouro o Faro, y una vez que la cuajada ya había perdido la mayoría
del agua, o bien se comían frescos con frutas o dulces de manzana, o bien se
dejaban secar en la parte que daba al norte en los hórreos, donde permanecían
hasta su consumo.
Los «afuega’l pitu» a los que se les quitaba la mantequilla
(que era la inmensa mayoría por dos razones: económica, la mantequilla se
convertía rápidamente en un ingreso; y por problemas tecnológicos, las mujeres
que eran las que hacían el queso no tenían conocimientos de tecnología quesera)
cuando maduraban eran mucho más secos y pastosos, por lo que al tragarlos, la
pasta tiende a pegarse en el fondo del paladar-comienzo de la laringe-la
garganta, de ahí que «afogase el pitu» y que su consumo estuviese siempre
asociado al de la sidra, especialmente en las espichas con las que se degustaban
las primeras sidras del año hacia la primavera, es decir, cuando los quesos
elaborados con los excedentes de leche del final del otoño y comienzos del invierno, ya estaban bien maduros.
En cuanto a la existencia de los afuega’l pitu rojos, más tradicionales de
los valles mineros de la comarca del Caudal, pegados a la sierra del Aramo, se
ha extendido también la falsa leyenda de que se trata de unos quesos que
probablemente iban a salir mal y las elaboradoras le añadían pimentón para
hacerlos pasable. Nada más lejos de la realidad, esta leyenda supone atribuirles
a las elaboradoras del queso un conocimiento tecnológico que no poseían para
saber cuándo iba a salirles bien o mal el queso, cosa que aún hasta hoy en día
la mayoría de los queseros artesanos aún desconocen.
Otra de las razones que se han utilizado para justificar este hecho es que el
pimentón es un excelente conservante y que esa la razón. Hay dos dudas
razonables para aceptar esta versión, y es que el «afuega’l pitu rojo» sólo se
elaboraba antiguamente en los valles mineros, no en la zona occidental y costera
de la Sierra del Aramo; por otro lado, en el resto de los casos que hay por el
mundo de quesos en los que el pimentón se usa para conservarlos, el pimentón
sólo se utiliza en la corteza para evitar que se seque el queso, en ningún caso
se añade a la cuajada y se amasa.
Nadie sabe exactamente cuál fue la causa o la razón de este extraño y curioso
queso rojo, aunque lo más probable es que se deba a un hecho completamente
fortuito, ya que el queso «afuega’l pitu» se elaboraba en las mismas estancias y
en las mismas mesas en las que se elaboraban en época de matanza del cerdo los
embutidos (chorizos y morcillas de las famosas fabadas y potajes asturianos).
Probablemente y de forma casual una parte de la cuajada se manchó con pimentón,
y como el queso era muy valioso y no se podía desperdiciar por este hecho,
continuó su proceso de elaboración; como el resultado no fue desagradable sino
todo lo contrario, sin duda, lo que fue al principio una casualidad se fue
haciendo de manera deliberada, dado que en los quesos menos maduros, el pimentón
esconde la fuerte acidez de los «afuega’l pitu» más tiernos.
Cuál es la razón del éxito de este queso en los valles mineros de la Sierra
del Aramo, especialmente en la zona de Morcín, nadie lo sabe, pero seguramente
algo tendrá que ver con la dureza de los trabajos en las profundidades de las
minas de carbón, ya que éste era un queso muy apreciado por los mineros dado que
su sabor picante era un aliciente para consumir vino, que en el pasado no era
solamente una bebida alcohólica socialmente aceptada, sino que era una bebida
energética, cuyo consumo era alentado para soportar algunos de los más duros
trabajos, como el de la minería subterránea de carbón de esta parte de
Asturias.
Este queso tiene denominación de
origen protegida y para el que tenga interés en su normativa y elaboración :